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martes, 7 de junio de 2011

Hay meses malos, peores... y los míos. Como dice un buen amigo-te lías, te lías...- y tiene toda la razón. Pero, ¿qué dejar de lado?, ¿el "Día de la interculturalidad", que es la mejor idea que se me ha ocurrido como profe en toda mi carrera?, ¿la mediación en conflictos, mi pertenencia al consejo escolar, mis amigos, los miles de exámenes que me inundan como un tsunami, en oleadas sucesivas?, ¿mi compromiso como delegado sindical y las inevitables reuniones para constatar que la educación pública se hunde como yo entre mis exámenes? (¿debería mirar para otro lado como hacen muchos y no luchar?)...¿qué dejar?, ¿qué abandonar como el náufrago que sostiene a su lado un cuerpo inerte y lucha a un tiempo por su propia supervivencia? ¡Huy, huy, huy!, ¡qué filósofo me estoy poniendo, quita, quita, que yo no quería ir por ahí..!
Vamos a ver si comenzamos de nuevo, si yo sólo quería exponer mis cuitas y quejarme, como siempre, pero sólo un poquito y ya está. Así es que vamos por orden:
  1. Lo que está pasando en Sol, y el sol que está saliendo en todas partes: es, sencillamente, la vuelta al ágora ateniense, la democracia en acción. ¡Y nada menos que al estilo de Rousseau, directa, asamblearia, popular...y hermosa! Lo que yo he visto y me arrepiento de no haber vivido más intensamente, es el descubrimiento por parte de mis paisanos más jóvenes de lo que es ser ciudadano, es decir, sujeto de derechos y ejercitador de las responsabilidades que conlleva el don tan preciado de esa ciudadanía. Y si en Atenas era un privilegio reservado a unos pocos miles, aquí no hay distinción de raza, sexo, edad o nación de origen, caben todos, y están todos. El movimiento 15-M ha sabido suscitar un interés nuevo, ciudadano, por la cosa pública, por lo que es de todos, y ha tomado la calle, la paz y la palabra. Brindo por eso.
  2. Nuestro "Día de la Interculturalidad": así, con las iniciales en mayúsculas, porque cada año cobra más carta de naturaleza esta fiesta celebrada por todos, organizada por pocos y sacada de la manga por este "pollo sin cabeza" de profesor que os ha tocado en suerte a unos y este amigo disperso y compañero de mil causas que habéis encontrado otros. Este año ha sido espectacular la sombra montada por Juanjo (con Antonio y yo de ayudantes); ha dado color el mercadillo solidario de los chicos del grupo específico y sus profes de naturales (estupendas colaboradoras); ha tenido un ritmo distinto gracias a la marcha de Maite y Jorge, tan rumbosos; ha sido trepidante y aventurero con las gymkanas las profes de educación física; como siempre, solidario con las charlas que nos traen las estupendas mamis del AMPA y nuestros estudiantes de la KJA; por el petit sabor francés de Silvia y sus alumnos...y, cómo no, con el enooorme esfuerzo de mis entusiastas chavalines de primero de ESO y sus familias (chicos, sois los mejores ;) ). Y no me quiero olvidar de mis alumnos de bachillerato, tan colaboradores (y con un estupendo trabajo sobre la peripecia vital de la inmigración en sus entrevistas sobre "El viaje de Ulises") y de mis compis, la dirección a la cabeza, siempre a mi disposición en este día tan especial, y todos aquellos profes que sienten, como yo, que esto también es enseñar, y de la mejor manera, con la convivencia de todos, con los valores mejores que podemos ofrecer: conocer al otro, al distinto pero igual; querer saber de su existencia, preocuparnos por él, apreciarlo, integrarlo, celebrarlo. Brindo por eso.
  3. Y tres. Fiesta de la graduación de 2º de bachillerato. Un año más, otro grupo de jóvenes que salen a otra vida fuera de nosotros, pero con un pequeño rescoldo de nosotros, algo ínfimo que espero los ilumine, aunque sólo sea un poquito, el resto de sus vidas, porque durante un tiempo, los profes, habitamos en ellos, en sueños y en pesadillas, en bromas y en ratos tediosos, pero intentando anidar en ellos con nuestro conocimiento, con nuestro pequeño saber, para que ya puedan volar como mentes formadas y críticas, y por tanto autónomas. Ellas y ellos, guapas, guapos, celebran su fiesta, nos deleitan con sus actuaciones y habilidades, nos halagan y homenajean con sus palabras agradecidas, y no saben que en ese acto, cuando vemos colgar de sus pechos la banda roja de los graduados, ya nos sentimos inmensamente pagados, felices, satisfechos. Para todos ellos, brindo también por eso.